A principios de la década de 1920, Kazimir Malevich se centró en cómo llevar las ideas del suprematismo a las masas, y después de 1923 casi se detuvo por completo para pintar (excepto para sus artículos, tratados y manifiestos). El artista enseñó en Vitebsk, Leningrado y Kiev. A lo largo de este tiempo, la relación de Kazimir Severinovich con las autoridades siguió empeorando. Fue destituido de sus cargos bajo diversos pretextos, fue arrestado. Apenas logrando ganar fama y reconocimiento, Malevich volvió a oponerse al camino oficial, que sus compañeros se vieron obligados a seguir. El artista siguió siendo, sin exagerar, una figura de culto. Estudiantes y fanáticos de su trabajo aceptaban cada una de sus palabras incondicionalmente, y si se le ocurría, por ejemplo, concertar una actuación con el suicidio masivo, seguramente tendría muchos seguidores.
Al final, Kazimir Severinovich se vio privado de la oportunidad de enseñar, y luego, al darse cuenta de que el realismo socialista omnipresente no era su camino, retomó la pintura, sin importar nada ni nadie. En una de sus cartas de ese período, Malevich escribió:
"Estoy pensando en volver a pintar con el objetivo de crear imágenes simbólicas. Quiero crear una imagen que sea efectiva". Desde 1929, ha estado creando una nueva serie de pinturas con los agricultores como sujetos (
1,
2,
3). Siguiendo el hábito de remodelar su propia biografía, Malevich fechó algunas de sus pinturas en la década de 1910. Sin embargo, un análisis posterior nos permitió determinar que esas obras fueron pintadas a principios de los años 30. Una de sus pinturas más famosas "
Cabeza de un campesino", también pertenece a este período.
El nuevo campesino de Malevich difícilmente puede calificarse de feliz o pacífico. Su destino es tan poco envidiable y amargo como el destino de muchos aldeanos en esos años. Se pueden ver las siluetas de los edificios rurales a espaldas de los campesinos, con los pájaros volando sobre ellos, y desde el otro lado de la lona se acercan inexorablemente los aviones como presagios de peligro. El sentimiento de angustia y desesperación es enfatizado por la expresión dolorosa de la mirada del campesino, que nos devuelve a las tradiciones de los íconos (como lo hace toda la composición del cuadro). Además, Malevich presuntamente priva a su sujeto de la voz, cerrándole la boca con una barba a modo de vendaje impermeable. En sus pinturas posteriores, el artista comenzó
para despersonalizar a los campesinos, dibujando sus rostros como óvalos vacíos.
Escrito por Eugeniya Sydelnikova