Al regresar de Nueva York el 27 de marzo de 1953 en el vapor America, Dali anunció a los reporteros reunidos en el puerto de Le Havre que iba a crear una imagen que él mismo calificó de sensacional: un Cristo explosivo, nuclear e hipercúbico. Dijo que esta será la primera pintura, pintada en técnica clásica y según una fórmula académica, pero que en realidad consta de elementos cúbicos. Al reportero, quien le preguntó por qué quería representar al Cristo en explosión, el artista respondió: “Todavía no lo sé. Primero tengo ideas y luego viene una explicación. Esta pintura será la obra metafísica más importante de mi verano ".
Dalí comenzó a trabajar a finales de la primavera de 1953 en Port Lligat, pero data del año de graduación: 1954. En diciembre, se exhibió en la Carstairs Gallery de Nueva York. La pintura puede considerarse una de sus obras religiosas más significativas de estilo clásico, junto con
"Virgen de Port Lligata",
"Cristo de San Juan de la Cruz" y
"La última cena", que se encuentra en la Galería Nacional de Arte de Washington.
Dalí definió el estilo de la pintura como “cubismo trascendental metafísico” y añadió: “Se basa íntegramente en el Tratado de la forma cúbica de Juan de Herrera, arquitecto Felipe II, constructor del Palacio del Escorial. Este tratado está inspirado en la obra de Ars Magna (Arte Superior) del filósofo y alquimista catalán Raymond Llull. La cruz está formada por un hipercubo octaédrico. El número nueve es reconocible y se vuelve enfáticamente consustancial con el cuerpo de Cristo. La figura extremadamente noble de Gala representa la unión perfecta del desarrollo del octaedro hipercúbico a nivel humano del cubo. Se la representa frente a la bahía de Port Lligata. Las criaturas más nobles se han escrito
Velázquez y
Zurbarán... Solo me acerco a la nobleza, dibujando a Gala, y la nobleza solo puede inspirarse en el hombre ".
Gala Dali mira el crucifijo como un testigo reverente, envuelto en túnicas doradas y blancas. Ella está de pie sobre un tablero de ajedrez gigante, y en la distancia se pueden ver los contornos reconocibles de las montañas catalanas.
La Crucifixión es una obra asombrosa que combina con éxito elementos del “misticismo nuclear” en el que Dalí se interesó en ese momento, con su apelación a la herencia católica. En esta obra, el artista representa una crucifixión en la era de la ciencia moderna, completando su tema, iniciado en el cuadro "Cristo de San Juan de la Cruz".
De particular interés es la figura asombrosamente atlética del Salvador crucificado. Incluso faltan los agujeros de los clavos en las palmas y los pies cuando Dalí nos presenta su perfecta expiación. La propia cruz, un cubo octaédrico, es un posible reflejo teórico de un mundo de cuatro dimensiones separado. La pasión de Dalí por las matemáticas está asociada con su regreso a la fe católica en años posteriores. Esta unión demuestra la afirmación de Dalí de que pueden coexistir dos mundos de fe y ciencia aparentemente diametralmente opuestos.
Esta pintura de dos metros está en la lista de "Dieciocho obras maestras" compilada por Reynolds Morse, admirador y coleccionista de Dalí.