Entre el verano de 1926 y la primavera de 1930, Pablo Picasso creó una extensa colección de pinturas, que el crítico de arte Christian Zervos llamó en 1938 "
pinturas mágicas".
La exposición reúne una parte importante de estas obras únicas repartidas por todo el mundo, situándolas en el contexto del surrealismo y los movimientos psicoanalíticos modernos.