Por su época, este es uno de los retratos femeninos más atrevidos. Hasta ahora, solo los hombres han escrito de esta manera: un giro seguro, una pierna adelantada, una posición de mano libre y enérgica. Van Dique (
1,
2), Velázquez
1,
2), Rubens (
1,
2), todos los reyes y príncipes escritos por ellos, con espadas y capas, títulos y títulos. 20 años antes de la Caza, tal audacia.
Sólo Edouard Manet se permitió., suavizándolo todo del mismo abanico, disfraz de escenario con raíces españolas y una rotación del cuerpo más suave. En otros casos, se suponía que las damas en los retratos sostenían el vestido con la mano izquierda, tiraban de un pañuelo, mecían al bebé, apretaban un paraguas o un abanico. Semicírculo suave doblarlo en un pellizco. Pero
artista Lydia EmmetEra necesario escribir de esa manera.
En 1892, Lydia Emmett (¡tiene 26 años!) Participó en la pintura del recién construido Edificio de Mujeres en la próxima Exposición Mundial de Colón en Chicago. La exposición tendrá lugar el próximo año y será la más grande y más visitada de la historia. Lydia, una ex alumna de William Chase, ya regresó a esa época desde París, donde estudió, desde Giverny, donde vivió durante algún tiempo en una colonia de adoradores y seguidores impresionistas estadounidenses.
Claude Monet. Ahora Lydia Emmet es asistente de Chase y maestra de escuela primaria en su escuela de verano en Long Island.
Recibió el primer pedido de ilustraciones para el libro infantil cuando tenía 16 años, se convirtió en académica a los 45 años, diseñó el bosquejo de la medalla de la American Geographical Society, dibujó ilustraciones para la revista Harper's Bazaar, creó vitrales para
Luis tiffany, escribió un retrato de la primera dama Lou Hoover, que ahora se encuentra en la Casa Blanca. En una palabra, un abanico, una bufanda y un paraguas son cosas absolutamente extrañas para ella.
El retrato de Lydia Emmett puede ser una lista detallada de pintores que admiraron a Chase, de quien adoptó gustosamente los hallazgos técnicos, en los que citó encaje y vestido, la pose del modelo y la composición de la imagen. Y todo esto en conjunto seguiría siendo una hábil reverencia hacia Velásquez, Van Dyck, Whistler (
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2,
3,
4), si no fuera por esta audacia de género. Y una cosa más: esta larga cinta rosada, que intersecta verticalmente a toda la figura de Lydia, está escrita en un trazo pegajoso, virtuoso, desafiantemente preciso.
Autor: Anna Sidelnikova